CINCUENTA MINUTOS CON FREUD

Detestaba al psicoanálisis ("tiene lagunas y es un comercio ligeramente indigno"), pero desde que bajó del avión se encontró en posición de paciente a su pesar. El taxista que lo llevaba del aeropuerto a su casa le preguntó si volvía de un viaje, maldición, ¿por qué los taxistas tienen portación de palabra? ¿por qué tengo que aguantar a este opinador de radio con volante si lo único que quiero es dormir? Si, estuve afuera un tiempo. ¿Donde?. Suspiro contenido. En Europa. Molestia-mirar por la ventana. ¿Y qué tal el Viejo Mundo? Mmmmmm...¿me deja un poquito tranquilo?... Trescientos doce australes. Australes.

Se bajó del taxi y el viento le estampó en la cara un afiche de campaña de algún partido político. Malhumorado hizo un bollito y lo tiró al agua podrida. Pensó que no era momento para mirar el barrio. Después de un baño y una larga siesta se dedicaría a la recorrida obligada. El portero (encargado) lo interceptó en la puerta. Señor Mactas, volvió, qué suerte don Américo que lo encuentro, necesito las llaves nuevas de abajo, no podía abrir, pero que frío recibimiento, ¿así que usted es exiliado?, no Don Américo me fuí porque sentía que había que tomar oxígeno, ¿me da las llaves nuevas?, pero estuvo afuera por meterse en política...no, don Américo...yo pasé diez años de verdadero exilio, pero en realidad nunca me invitaron a esos inventos como la "Casa Argentina", ajá, me comportaba de manera anárquica, me daba asco como habían profesionalizado el poncho, la guitarra, todo el mundo se decía perseguido político, ¡que lo habían torturado!, ajá, son todas mentiras, en la mayor parte de los casos, bueno, tome las llaves. Aunque la palabra lo erizaba, exiliado fue el sello indeleble durante todo el primer año.

Y llegó el primer estudiante de periodismo. Revisar todo de nuevo. ¿qué siente al escribir?, dolor de dedos, ¿se considera un periodista o un escritor?, ¿por qué? ¿me vas a ofrecer trabajo?, ¿qué opina de la televisión?, ahora que es en colores por fin voy a poder ver si Brizuela Méndez es negro de verdad, ¿es cierto eso que dicen que usted es reaccionario?. Ya no había chascarrillos para decir. A comienzos de los '70 la gente percibía una primavera y yo veía el Apocalipsis, empecé a escribir desde posiciones contrarias a la militancia y al extremismo, con lo cual adquirí el mote de ser un intelectual reaccionario, yo decidí cargar con eso, porque por otra parte no me importaba, pero no era cómodo ni daba mucho prestigio, presentía que me iba a comer un garrón, y me los empecé a comer, y nos lo empezamos a comer todos, era el Gran Garrón Nacional, no me pidas detalles porque hay todo un libro sobre el tema, todo el mundo era sospechoso, todo era a la vez peligroso y divertido y excitante y jodido, aunque no se hiciera desde "el compromiso" todo era comprometido, reflejar era comprometido, era periodismo, en realidad, por ejemplo, escribí un artículo titulado "Elogio de la Coca-Cola" y me llegó una carta amenazante de los Montoneros... y todavía me decían ¡que cómoda es tu posición!, lo cómodo es comprometerse ante cualquier cosa, lo incómodo es mantener la inteligencia viva, una de las lecciones más importantes que dejó Perón es la de apreciar el valor pragmático en política y filosofía política, es que hoy en día los grandes estadistas (porque estamos en un tiempo de estadistas y no de ideólogos), son absolutamente pragmáticos, no parece válido ya andar con un montón de ideas en una valija para entender la vida, primero la vida y después, en todo caso, las ideas, estabamos bajo la dictadura de la tontería... pero si te sirve para tu nota poné simplemente sí, soy reaccionario de los Reaccionario y Obbes. Para terminar ¿que consejos le daría a los futuros periodistas?, que se entrevisten entre ellos.

¿Para que-carajo-volví? me preguntó, y yo no podía creer que Mactas usara ese lenguaje. Sin cartas durante once años, teníamos mucho que contarnos. En España estuve trabajando como periodista, me fui vivir a Sitges, un pueblo muy lindo en la costa del Mediterráneo, en Cataluña y me encontré muy feliz, tenía una vivienda en el mar, varios caballos, me di cuenta que había estado toda la vida caminando con una piedra en mi zapato y que en España me había sacado la piedra y el zapato, aunque no la puedo pintar toda color de rosa, fueron los años más dichosos de mi vida, acá no la pasamos tan bien, ya me lo dijo todo el mundo, lo sé bien pero prefiero que no hablemos de las grandes cosas, para eso tengo al cine argentino, contame de vos, de lo que hiciste en todo este tiempo, primero decime vos como encontraste la Argentina, ¿vos también con eso? ¿que querés?, ¿que diga que está todo formidable?. Está todo formidable. ¿Ves que vos también hablás de las grandes cosas?. Yo te preguntaba cómo estás si te aclimataste, si te hace falta un Manual de Instrucciones o pudiste agarrar como viene eso de cruzar la calle, los australes, todo eso, la Argentina está terrible Barba, mi suegro me decía "el país se está enderezando" "que Sorrouille", "que la puta madre"... no tenía mucho trabajo en España y en un acto de locura e irreflexión me dije "está bien, me vuelvo", empecé a vender, a ponerme al día con el fisco, esas cosas horrorosas, acá los primeros días me volví loco, tuve un ataque de terror y de soledad extraordinario, ¡me daban miedo los colectivos y no podía manejar!... me sentía como un extranjero que había llegado no a un país sino al Infierno, encontré todo destruido, roto, avejentado, ¡ehh chee! ¿es para tanto?, las caras de la televisión, como la mía habían envejecido, eran los mismos, pero viejos, eso me dio un miedo terrible, me separé, me peleé... enloquecí.

Y después me estabilicé.

Silencio por el rato en el que miramos por la ventana. Mario mete la mano en el bolsillo y el mozo trae la cuenta y se la da, ¿usted no es Carlos Ulanovsky, el que escribía en Satiricón?.