La esquina de Florida y Paraguay se transformó, promediando la década de los '80 en el lugar de cita obligada para todo aquél que quisiera estar enterado de lo que pasaba en la política. "Florida Garden". Ese era el nombre de la confitería donde se reunían operadores políticos, periodistas ávidos de información fehaciente (o no), economistas, militares (RE) que añoraban las dulces mieles del poder, es decir, aquellos días en que los políticos golpeaban las puertas de sus despachos.
A medida que el tiempo pasaba y comenzaban a morir la década y el gobierno radical, el "Florida Garden" ganó en pintoresquismo. A la fauna ya nombrada se le agregaron escritores, directores de cine y teatro, y algunos agentes de servicios de inteligencia nacionales e internacionales. El "Florida" o "Florga", como lo llamaban algunos, transmitía una extraña sensación de puerto libre, una manifestación acabada de fin de milenio a la vista de los transeúntes de la calle Florida. Una puesta teatral, o mejor, una vidriera, donde se exhibían los protagonistas del mundillo político y periodístico. Exhibirse en esa vidriera para después aparecer en los chimentos de "Ambito Financiero" aseguraba que uno estaba en carrera.
Todas las mañanas desayunaba, sólo, en una mesa individual que estaba sobre la vidriera que da a la calle Paraguay y desde allí observaba las otras mesas y la barra, que siempre estaba llena.
Aquella mañana elegí una mesa más grande. El mozo se extrañó, pero prefirió no preguntar nada. La discreción era carta de perdurabilidad y garantía de propinas generosas.
Comenzaba a impacientarme cuando vi entrar a Ula con Alicia Galotti. Se la veía como siempre. Era evidente que su vida en Barcelona le sentaba bien.
La charla comenzó tensa, demasiado tiempo sin vernos, demasiadas historias por contar. Quince minutos después llegó Carlos Trillo que había sido convocado por Ulita. Mientras en otras mesas se armaban y desarmaban operaciones políticas, nosotros nos abocábamos a una incompleta revisión del pasado con el vano intento de completar el rompecabezas de nuestras historias. Comenzamos por intercambiarnos datos familiares, enfermedades varias, algún que otro deceso cercano y demás frases predecibles aunque, en este caso, esperadas.
-...en Barcelona vivo bien. Por la mañana saco a pasear a mis perros, desayuno en un bar que tiene mesas en la vereda y a eso de las tres o cuatro de la tarde voy al trabajo...
-En Barcelona estuvieron Mactas y Parrota ¿los viste?- pregunté ingenuamente
-...armé una empresa con una amiga, somos dos socias y dos empleados. Es una empresa de servicios de prensa, gacetilleo, imagen, "roll-play" para empresarios y políticos...
-¿No pensás quedarte?
-¿Para qué? Tengo mi vida allá. Acá hay demasiada gente que no quiero ver...¿Cómo se bancan vivir entre tantos colaboracionistas y traid...
-Ah no Alicia- la corté -llegaste tarde. Eso se discutió acá entre el '83 y el '85. Ahora se discuten otras cosas.
Por suerte el mozo trajo los cafés y me interrumpió, así que decidí cambiar de tema.
-Che, Trillo. Tu amigo Marcucci escribe siempre columnas contando cosas que pasan acá, pero nunca lo veo.
-Es que Marcucci es un venerable anciano. Ya no sale tanto- bromeó Ula
-Las columnas de Marcucci son literatura -me contestó Trillo- y la literatura es eso, una mentira
-Carlos, he leído alguna historieta tuya en España. ¿Estás haciendo algo más?- preguntó Alicia
-No. Lo único que me interesa hacer es esto, historietas... las vendo en Europa y las edito acá.
-¿Y vos barbeta?
-Lo de siempre. Me alcanza para vivir. Y como soy muy vago para hacer otra cosa...
Por suerte Ula hizo un comentario que llevó la conversación hacia el pasado.
-¿Lo ven a Blotta?
-¿Te acordás de aquél caricaturista medio loco?
-¡Izquierdo!
-Queríamos ser "National Lampoon"...
-En Europa ya no hay revistas de humor
-Yo no leo revistas de humor. Me aburren
-Yo escribo en "Humor" -dijo Ula mientras miraba el reloj
-¿Estás apurado?- pregunté
-Tengo una reunión en TEA
-¿Cómo anda la "escuelita de periodismo"?
-Bien... tenemos ganas de hacer una revista, pero como están las cosas, vamos a tener que esperar un poco
-¿Cómo se te ocurrió volverte empresario?
-A mí no se me ocurrió. Me lo predijo una gitana
-¿...?
-Fue hace un par de años. Me dijo que iba a dejar mi cátedra en Ciencias de la Comunicación y que iba a tener mi propio instituto. Y acertó.
Le pregunté a Trillo por Dolina. Me dio su respuesta tipo: "hace mucho que no lo veo".
-¿Cascioli como anda? -preguntó Alicia- desde que lo puteé que no lo veo.
-¿Lo puteaste al Tano?- pregunté
-Antes de irme nos peleamos... me peleé con él por la plata, por los aportes, por las horas extras... por algo era socio con Oskar... "te vas a la puta que te parió", le dije. Me miraba atónito... dí un portazo y me fuí.
-Yo trabajé con él mientras duró lo dictadura. Después se pudrió todo- pensó Trillo en voz alta
-¡Bueno compañeros, ya hemos cumplido con el pasado -llamé al mozo y pedí la cuenta.
Alicia prometió escribir y nosotros tres prometimos ir a visitarla. Nos separamos. Yo fui para mi oficina. Ula se fue a la escuela, Trillo fue a desempolvar historietas para el próximo número de su revista y Alicia fue a organizar todo para su regreso a España.