RAMOS GENERALES

CONDUCTOR: Estimados oyentes: tenemos hoy el orgullo de anunciarles la presencia en nuestros estudios de tres eminencias de la ciencia que han llegado hasta nuestro país para participar de las "Vigésimas Jornadas sobre Control de la Natalidad". Permítanme saludar a los doctores Iván Pietrovich, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

DR. PIETROVICH: Da.

CONDUCTOR:...Al doctor León Dedovich, ginecólogo checo.

DR. DEDOVICH: Ochichornia.

CONDUCTOR: Y al doctor Fedor Radochinsky, de Eslovenia.

DR. RADOCHINSKY: Volga, volga.

CONDUCTOR: Doctores, los hemos convocado hoy para debatir el tema de la píldora anticonceptiva. ¿Quién quiere empezar?

DR. PIETROVICH: A...antes que nado yo kierra exprriesar el agrradecimiento de mmis kolegos y eeel mmio mismo porr la invitación a esta programo. Con respecto al tema a trratarr kreo ke lo mas índdicado es ke el Doctor Dedovich empieza.

CONDUCTOR: Gracias, doctor Pietrovich. En realidad, los que debemos estar agradecidos somos nosotros, los conductores de este humilde espacio por tenerlos derrochando su sabiduría en esta radio. Ahora, abandonemos los prolegómenos. Doctor Dedovich, por favor...

DR. DEDOVICH: Spassiva, besoño brachno und dynano Shashin wysyazan...

DR. PIETROVICH: Niet errorsky Volvo, Paulov porpe debobchca filosa ulegorlo.

DR. RADOCHINSKI: Amerrican idiot, iznos merscos rasudoque et spugo

DR. PIETROVICH: (hace cornetín) Sarco, sarco, jojojo...

DR. DEDOVICH: (ofuscado) ¡Sodo!

En el despacho del director de Radio Municipal se había hecho un silencio. La señora Dolores Ezcurra Achaval, una de las principales figuras de la "Fundación amigos del Teatro Colón", lugar donde funcionaba la radio, estaba indignada.

-Señor Constantino, usted sabe que no acostumbro a meterme en los temas de la radio, salvo para coordinar las transmisiones de las óperas, pero ¿no le parece un poco fuerte este programa? ¡Hablar sobre la píldora!

-Si. Pero tenga en cuenta señora que se está tratando al más alto nivel científico.

-Igualmente me parece un poco audaz

Ricardo Constantino suspiró y por dentro rezaba pidiendo que a la señora Ezcurra Achaval no se le ocurriera conocer a los científicos en cuestión.

DR. DEDOVICH: Volga, rastropovich bondarchuc.

DR PIETROVICH: ¡Joroschó, joroschó!.

DR. DEDOVICH: Shuto, snufarin gula archipielag.

DR. PIETROVICH: Chepuca Dr. Dedovich, ite ul chacon de tu naerma.

DR. RADOCHINSKI: Meselo, bolche interesobar nadmeño nabo.

DR. DEDOVICH: Dobo, dobo.

DR. RADOCHINSKI: Joroscho, joroscho! Soviet rasudesco.

DR. PIETROVICH: ¡Quii veshe!

DR. DEDOVICH: Polear polea (golpea tres veces en la mesa) jojo.

DR. PIETROVICH: Da pildorovich, inpolesño poblorovich patoruzek gopas.

DR. DEDOVICH: Lubilubar polesño.

DR. PIETROVICH: Da, da.

DR. RADOCHINSKI: Sluta ñañama samechato jo,jo,jo.

CONDUCTOR: Gracias doctores por su presencia aquí en Radio Municipal. Ha sido un placer escuchar este debate. Los despedimos deseándoles que disfruten su estadía en la Argentina.

DOCTOR PIETROVICH: Bienn. En mi nombrre y en el de miss colegos kérriamos agrradecerr la hospitalidad parro con nosotras y esperramos haberr esclarrecido a pública argentina con este debate.

CONDUCTOR: Los molesto un minuto más. Doctor, ¿qué es lo que a usted más le ha impresionado de la Argentina?

DR. PIETROVICH: A...a...sus...bifos de choriza y sus mujierres.

CONDUCTOR: Gracias doctor.

Constantino y la señora Ezcurra Achaval se dirigían al estudio de la radio. En el pasillo se encontraron con un tentado Mario Mactas.

-Mario, ¿los doctores se fueron?

-Salieron corriendo

La señora puso cara de resignación, Constantino suspiró, Mario terminó de tragarse la risa y dijo:

-Disculpen, tengo que entrar al estudio.

La señora Ezcurra Achaval inició el camino de la retirada y Constantino miró de reojo por la ventana de la puerta del estudio. Ahí estaban las eminencias que durante veinte minutos habían disertado sobre la píldora anticonceptiva. Los doctores Mario "Dedovich" Mactas, Samuel "Pietrovich" Gelblung y Mario "Radochinsky" Sábato.

Mientras acompañaba a la doctora Ezcurra Achaval, Constantino pensaba que después de todo las cosas podrían haber sido peor. Días antes, Mactas y Sábato habían descubierto la segunda ocupación del escritor Jorge Luis Borges: lanzaba cuchillos en un circo.

El programa originariamente se llamó "Ramos Generales", luego de sucesivas prohibiciones perdió el nombre. Constantino bancaba lo que viniera porque el programa le encantaba. Durante un tiempo el ciclo siguió sin nombre hasta que los Marios advirtieron ese "detalle". Entonces comenzó a llamarse "El maravilloso mundo de Mario Mactas y Mario Sábato, programa a cargo de Mario Sábato y Mario Mactas".

-Mario, ¿qué mierda hacemos hoy?

-No tengo idea. Pasemos más música

Hacer un programa diario supone un determinado ritmo de producción, tema del que los Marios se despreocupaban. Así, unos días salía sobreproducido, como el de la charla ginecológica con Gelblung como invitado. Pero en otras ocasiones, carecía de un mínimo contenido. Como éste, que estaba por salir al aire en media hora.

Mientras cruzaban la Plaza Lavalle, reconocieron a la distancia a un viejo amigo.

-¿Que hacés Pepe?

-Bien...

-¿Cuánto hace que no nos vemos?

-Bastante.

-¿Qué estas haciendo?

-Nada...

-Vení al programa.

-¿Y qué voy a hacer en el programa, si nadie me conoce?

-Tendrás algo para contar...

-Estuve un tiempo en Europa. Volví hace unos días.

-Contá el viaje, la experiencia, como está el Viejo Continente.

-¿Están seguros, che?

-Pero si, hombre.

El programa no había sido muy divertido, pero al menos habían llenado la hora con algo medianamente interesante. Pepe era un agudo observador, un poco duro al micrófono, pero con el tiempo quizás aprendería.

-Y la juventud francesa ¿cómo está?

-Muerta. Paralizada, agobiada por el peso de siglos de cultura. Un horror.

-¿Pero nunca va a reaccionar?

-Nunca.

-¿Seguro?

-Nunca.

Ese fue el último diálogo del programa "Ramos Generales" del día 2 de mayo de 1968. El 3 de mayo estalló el "Mayo Francés".

José Ricardo "Pepe" Eliaschev se diplomó como profeta. Al revés, pero profeta. Un verdadero infortunio.